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Desde la autonomía hasta la inteligencia distribuida
Antes de que el término agente de software se generalizara, las primeras investigaciones informáticas exploraron la idea de las entidades digitales autónomas, que son sistemas que son capaces de actuar de forma independiente, reaccionar a las entradas y tomar decisiones en función de normas u objetivos internos. Estas primeras ideas sentaron las bases conceptuales de lo que se convertiría en el paradigma de los agentes. (Para obtener una cronología histórica, consulte la sección La evolución de los agentes de software, más adelante en esta guía).
Conceptos iniciales de autonomía
La noción de máquinas o programas que actúan independientemente de los operadores humanos ha intrigado a los diseñadores de sistemas durante décadas. Los primeros trabajos sobre cibernética, inteligencia artificial y sistemas de control examinaron cómo el software podía mostrar un comportamiento autorregulado, responder de forma dinámica a los cambios y funcionar sin supervisión humana continua.
Estas ideas introdujeron la autonomía como un atributo fundamental de los sistemas inteligentes y sentaron las bases para la aparición de un software capaz de decidir y actuar, en lugar de limitarse a reaccionar o ejecutar.
El modelo de actor y la ejecución asíncrona
En la década de 1970, el modelo actor, que se introdujo en el artículo A Universal Modular ACTOR Formalism for Artificial Intelligence
El modelo de actor hizo hincapié en tres atributos clave que siguen influyendo en el diseño moderno de los agentes:
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Aislamiento del estado y el comportamiento
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Interacción asincrónica entre entidades
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Creación y delegación dinámicas de tareas
Estos atributos se alineaban con las necesidades de los sistemas distribuidos y prefiguraban las características operativas de los agentes de software en entornos nativos de la nube.
Sistemas multiagente e inteligencia distribuida
A medida que los sistemas informáticos se volvieron más interconectados después de la década de 1960, los investigadores exploraron la inteligencia artificial distribuida (DAI). Este campo se centró en cómo varias entidades autónomas podían trabajar de forma colaborativa o competitiva en un sistema. La DAI llevó al desarrollo de sistemas multiagentes, en los que cada agente tiene objetivos, percepciones y razonamientos locales, pero también opera en un entorno más amplio e interconectado.
Esta visión de la inteligencia distribuida, en la que la toma de decisiones está descentralizada y el comportamiento emergente surge de la interacción de los agentes, sigue siendo fundamental para concebir y construir los sistemas modernos basados en agentes.